Esas pequeñas bolitas peludas, que ronronean y nos buscan solo cuando necesitan algo, pero aun así continuamos mendigando su amor, se han vuelto una de las mascotas más cool durante los últimos tiempos.
Desde temprana edad nace nuestra curiosidad por los animales que nos rodean. Puede despertar cierta preferencia por los felinos o canes, y esta decisión puede influir mucho en previas vivencias o herencia familiar.
Cuando alguien emite un ‘ewwww’, al mencionar la palabra “gato”, es obvio que tuvo una mala experiencia. Por relatos de colegas, lo que continuamente escucho es: “Es que me rasguñaron cuando estaba pequeño”, “Es que soy alérgica”, “Es que son unos malagradecidos”, “Es que nada como un perro”. y definitivamente estoy completamente de acuerdo con ese punto, pero también depende del carácter de nuestro felino el cómo se desenvolverá con nosotros y los que nos rodean.
Y es que tener un gato, tiene sus ventajas, por ejemplo, sabían que: Mejoran nuestra salud: Los gatos son algo así como un seguro de vida para sus dueños. Son numerosos los estudios que han probado su capacidad para relajarnos y hacernos sentir mejor. Abrazar a un gato, por ejemplo, reduce nuestra tensión arterial, es una válvula de escape contra el estrés y ralentiza la frecuencia de las pulsaciones.
En comparación con un can, se requieren de cuidados mínimos, y estos, son más independientes, así que no perdamos la oportunidad de acariciar a un felino cada que se nos presente la oportunidad (claro, siempre y cuando, se vea amigable).
- Monse Solís
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